El negocio de la venta de juguetes eroticos siempre se ha encontrado con un problema tradicional: la vergüenza. No importa lo avanzada que estuviese la sociedad del momento, o la apertura mental del comprador: para muchos, el acto de entrar en un quiosco y pedir una revista con desnudos, o internarse en el mundo desconocido de una tienda de juguetes eróticos, era un rito iniciático. Era frecuente que muchos clientes nunca se liberasen de la tiranía del "qué dirán" y entrasen en los sex shops en horas en las que pensaban que nadie les vería, o que, incluso, frecuentasen negocios lejos de su barrio o en otra ciudad. 

 

 

Las últimas décadas han traído grandes cambios en las relaciones comerciales relacionadas con el mundo de los sex shop. Y como en casi todos los ámbitos de la economía y la vida, la más revolucionaria ha sido la entrada de internet en la ecuación. 

El sexo vende, y vende mucho más en internet, donde está asociado con dos palabras clave: anonimato y gratuidad. Más de una cuarta parte del contenido de la web es pornográfico. Y no todo el contenido sexual está orientado a la masturbación, ni mucho menos. Se liga por internet, se entra en webs que ofrecen la posibilidad de realizar fantasías, se conciertan citas a ciegas. La excitación a un click. La cultura sexual está cambiando, y con ella las formas tradicionales de elegir cómo realizar los encuentros sexuales ocasionales. 

En estas circunstancias, nada parece más natural que el crecimiento que experimentan constantemente las secciones virtuales de cada sex shop. Envíos a domicilio, sin nombre y sin miradas de vecinos curiosos. Medios de pago seguros y asequibles. Catálogos llenos de fotos, que permiten a una pareja elegir un juguete erótico que cumpla sus fantasías directamente en la pantalla y encargalo sin dilación ni aguantar la mirada de un dependiente. 

 

El sex shop tradicional está siendo suplantado, en gran medida, por su contrapartida virtual; las ventas en tienda física se mantienen o disminuyen. Ello no quiere decir que las ventas de juguetes eróticos estén cayendo; al contrario, la demanda es creciente, el público cada vez sabe mejor lo que quiere y está dispuesto a pagar por ello. Pero para un sector joven, dinámico y sin tapujos, que es precisamente el que mayor uso hace de internet, el sex shop en red presenta muchas más ventajas. Y se acabará imponiendo.